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422 llIISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS dre Superior es profesor de religión en el Liceo fiscal de niños y en la Escuela Profesional de niñas; y todo esto sin perjuicio del culto en su iglesia y de las misiones del campo, de las cuales sin embargo hay que rechazar mu– chas, por imposibilidad material de atender debidamen– te á ellas. Lo cual consignamos aquí, para que nuestros lectores, sobre todo aquellos jóvenes religiosos que se preparan en nuestros colegios para la vida de misioneros en ultramar, vean cuán ancho campo prepara la divina Providencia á su celo, y cuánta necesidad hay en los paí– ses de la América latina de sacerdotes y misioneros ab– negados, que propaguen la fe de Jesucristo, y la nutran, deteniendo los avances de la impiedad, que en la igno- . rancia y abandono de los fieles encuentra sus más segu– ros aliados. 11. I,as misiones del campo De intento hemos reservado para este lugar, resefiar sucintamente la forma práctica que reviste el ministerio apostólico entre chilenos, conforme á la índole especial de este pueblo profundamente religioso. Hoy, como en tiempo de los primeros Capuchinos lle– gados á Chile, los habitantes del campo son los que más necesitan del auxilio de las Ordenes religiosas evangeli– zadoras; pues diseminados por extensos terrenos no pue– den ser asistidos por los curas•párrocos, cuyas iglesias y casas distan muchas leguas de las habitaciones de la ma• yor parte de sus feligreses. Los rotos y los lmasos chi– lenos (1) son, por lo general, sumisos y dócilts, y, sobre (1) Son los nombres vulgares con que en Chile son conoc11.10;; los hombres jornaleros tanto en la ciudad como en el campo.

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