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FN CI-llT,I•: Y AlWJ,:N'rJNA tación de la obseffancia regular y espíritu de sumisión á los legítimos superiores. Se recibían inconsideradamente en unos co11\'e.ntos mayor número de religiosos que los que podían hones– tamente sustentarse con las rentas y otros emolumentos: en otros conYentos la escasez de personal hacía que ca– yese en desuso la obsen-ancia de la Yida común, ,·icio capital, que se procuraba remediar por medios humanos y profanos; y además, como consecuencia del \·iciaclo ambiente en que se educaban las nueYas generaciones con elementos del país, cada elección de Superior abría brecha en el principio de autoridad por los partidos, rifias y disputas á que cbba lugar. Recurrían inconsiderada– mente por ambas partes al poder secular, á magistra- audiencias y gobernadores; y ·cuando ,no, ,~stos mis– mos se inmiscuían en las cuestiones los regulares, produciéndose así escandalosas contiendas que rebajaban lastimosamente el prestig·io de aquellas Ordenes misio– neras de tan gloriosos antecedentes y cargadas con 19s laureles su limpia historia. El favor que disfrutaban ante los grandes del mun- bien merecido por su influencia a1taml:nte moraliza- dora, fué tambicn causa parcialidades, y de que se alnnclonara la santa pohreza. :\Jo obstante, siguieron trabajando por todo el país; )' aun en esta epoca de decadencia. todas las familias reli– g·iusas tlffÍeron hombres importantes; y cuando en 1 1 6 í los Jesuítas fueron expulsados de los dominios espatí.oles por c1 débil ckspota Carlos IIL la Orden Franciscana se halló en situación de llenar el puesto que los padres de la Compafiía ocupaban ,·entajosamente en las misiones de la ~\raucanía desde 15 1 3.

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