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EN CHILE 1889-1903 411 cuando, por asuntos de su ministerio, hubiera de tratar per– sonalmente con el Supremo Gobierno de la República; y los capuchinos de ambas nacionalidades, bávara y espa– fi ola , unidos jerárquicamente con la más perfecta armo– nía , bajo la dirección suprema de los Superiores Gene– rales. :-Jo faltaron al P. Lucio contrariedades y molestias en los primeros meses de su gobierno ; duraban todavía re– celos antiguos entre algunos seglares, amigos , más que del santo hábito y del prestigio sólido de la Orden y de .la R eligión , de religiosos particulares ; Jo3 españoíes, no obs tante, entraron en comunidad con sus hermanos ita– li anos con la más perfecta unidad de miras y de corazo– nes , y trabajaron desde el primer momento por reanu– dar las antiguas tradiciones de apostolado , q ue con tan - to fruto de las almas habían sostenido sus antecesores . E l Iltmo. señor don Mariano Casanova , Arzobispo de Santiago, congratulándose de la nueva situaci ón crea– da por el decreto arriba citado, sostuvo decididamen– te al nuevo Superior en sus dificultades, que muy pron– to desaparecieron . Como tributo de gratitud á los venerables misioneros. con quienes entraron á formar familia los nuevos ocu– pantes, recordaremos brevemente sus nombres . El más antiguo y anciano era el M. R. P. Alejandro de Urbino Ex-Provincial titulado , de quien hablamos en el cap. X, qui en, reanimado con la compañía de lo3 misioneros jó– venes , emprendió de nuevo sus misiones, elemento nece– sario de su salud, la cual , no obstante sus ilusiones, no soportaba fatigas, ni le acompañó más sino entre acha– ques que lo llevaron al sepulcro en Febrero de 1908 . Seguía á és te en edad y antigüedad el R. P. Iluminato

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