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EN CHIU 1889 -1903 Generales, mermaron el contingente escasísimo de que disponía. Ya dijimos cómo el celoso P. José C. de Manre– sa tuvo que regresar á España. Cuando el P. Baltasar de Lodares trabajaba con más ahinco entre sus queridos obreros de Los Angeles , y en el convento, que, concluído con limosnas incesantes de los fieles, era el centro de una acción en alto grado moralizadora, fo é destinado á Ca– racas y nombrado Superior Regular de toda la Misión venezolana. De modo que cuando el Custodio de Chile veía crecer el prestig io de sus rel ig iosos, y que eran soli– citados con insistencia por prelados y párrocos para mi– siones y nuevas fundacion es, vióse en la absoluta impo - sibilidad de avanzar un paso, atento ún icamente á soste– ner los trabajos apostólicos, en el reducido círculo de acción que podía abarcar con los pocos Padres que le quedaban . Veía, además, perderse un tiempo precioso, muy difí– cil de ser recuperado; pero, dispuesto á trabajar perso– nalmen te según la medida de sus fuerzas, sostuvo venta– josamen te el prestigio de la comunidad de Conc_epción 1 esperando la hora de Di os. De aquellos años ( r 896) data la «Sociedad de Santa Filomena » fundada en «San José, por el P. Gabriel , y por él sostenida con celo práctico, supuesto que, las nu– merosas señoras y señoritas que se alistaron en ella, no solo organizaron un culto espléndido á la Santa virgen y mártir, sino que muchas personalmente, y todas con sus erogaciones mensuales sostuvieron la escuela cate– qu ís tica para niños y niñas de la ciudad, no bajando ningún año de 25 0 á 3 00 los niños que recibían instruc– ción y vestido, como premio de su aplicación y asís• tencia.

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