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EN CHILE 1889-1903 393 parte, es por lo:mismo un terreno más delicado; ya por– que ni lo bueno ni lo malo ha recibido la sanción del tiempo; ya porque todavía no se ha visto el completo de– sarrollo de nobles iniciativas; ya finalmente porque tra– tándose de apreciar cualidades de quienes viven cerca de nosotros, no sería fácil abstenerse de apreciacio : nes, inspiradas quizá por la impresión del momento pre– c¡ente. Presupuesta esta advertencia y la ley histórica que desde d principio nos propusimos observar, segu;mos nuestro camino . Recordarán nuestros lectores la explicación racional que dimos, en el capítulo XI, al proceder del Rmo. P . Joaquín de Llevai1eras en el asunto de las Misiones de Chile, encontrándola justificada por los mismos aconte– cimientos que rodearon el resurgimiento de la Orden Capuchina en ·España, y por los resultadoc; de la prime– ra visita canónica, que el Rmo. P . Bernardo de Ander– matt, Ministro General de la Orden, hizo en la Penín– sula en 1 889. Cada una de las tres Provincias f!n que quedó dividi– da la antigua de España, tuvo desde luego á su cargo sus respecti,·as Misiones, constituidas en Custodias regu– lares; á la Provincia de~Castilla, de la que fué nombrado Provincial el P. Joaquín de Llevaneras, quedó confia– do el territorio de las Repúblicas de Chile y Argentina. Para fomentar la prosperidad de la incipiente Custodia no contaba más que con el personal que pudiera mandar • de los conventos de su jurisdicción i:egular, que eran á ' -· la sazón.Fuenterrabia, Bilbao, Leon, Montehano y el co- legio de Lecároz, apenas comenzado; por lo cual el Pa– d re Joaquín suspendió por entonces las expediciones,

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