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38G l\IISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS muerte con alevosía, la traición etc... es obra según ellos de satanás, de 1Vek1ifú; él es quien inspira á los hombres las obras criminales. Resnmiendl) el autor sus importantes observaciones, cree que estos restos de superstición y otros más ridículos é inmorales, que aún quedan entre los indígenas, tales como el aparato ma– cabro de los enterramientos, el rapto de las mucha– chas como único medio de contraer matrimonio, la au– toridad de las lliaclús y adivinos etc., etc. desapare– cerán muy en breve, en fuerza del respeto humano que ·se apoder~ de los indios cuando ven que la gente civili– zada se ríe de ellos. La poligamia y el rapto cesarían con leyes civiles, que los castigasen como verdaderos delitos; sus enterramientos, obligándoles á enterrar sus muer– tos en el término preciso d~ la ley común, dentro del cual no tienen tiempo de hacer los preparativos para su fie::;ta; y las Maclus y curanderos quedarían desautori– zados, mandando establecerse por la región araucana . algunos médicos honrados. En este particular el P. Félix de Augusta es testigo y prueba, pues siendo como es hábil doctor en medicina ha eclipsado sin grandes esfuerzos á todos los aficionados que curaban en las re– ducciones donde él ejercía su ministerio. Y aun por esto mismo y por la necesidad de proveerse á si propios en los casos ordinarios de enfermedad, todos los misio– neros deben de ser 8iquiera buenos higienistas y un tanto médicos, para que las l//Eac!tis no tengan jamás la gloria de haber visitado al Padrecz'to ( 1 ) . (1) No queremo, pasar en silencio al R. PadrP Tadeo ,Je "\Vi:::cnt, renombrado higienista hi•iroterápico, quien, siguiendo en parte el sistema del célebre Cura Kn eipp comenzó á utilizar el agua como método curativo entre sus neófitos de Pt>lchuquín y S:•n .Jost•.

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