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378 l\IJSIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS De todos estos trabajos hace honorífica mención (1) el P. Félix; pero á su juicio, son hoy del todo insuficien– tes para adquirir conocimiento cabal y práctico el idioma indígena, que ha alcanzado mayor desarrollo con el tiem– po y con el roce de los extranjeros, cuyas ideas han hecho nacer nuevas palabras entre los naturales que se las han aprnpiado . Por lo cual , el autor ha compuesto una Gramá– tica, que pueda servir principalmente á sus hermanos mi– sioneros en sus tareas evangélicas, obviando todas las di– ficultades fonéticas con un estudio más detenido, hecho sobre el terreno mismo. Con este propósito el P. Félix ens~ya el uso ele letras nuevas, extrañas al alfabeto cas– tellan"J, pero necesarias, á su juicio, para dar forma grá– fica á sonidos articulados del idioma, que no pueden tra– ducirs~ con letras castellanas ni latinas. Esta novedad, de suyo meritoria, en la cual le prece– dió el doctor Lenz y otros lingüistas y misioneros de otras partes del mundo, supone en nuestro autor una intensidad de estudio poco común; pero se resiente de la lengua alemana que él habla, cuyas letras y signos gráficos v. g. la w, y la n, (ésta corresponde á la 1tff, alemana) ha adoptado ( 2 ). (1) No habría parado mientes en ello seguramente la Revista Católica, cuando, en su número del 19 de Septiembre de 1903, pa– rece dar por probado que los capuchinos italianos no ee ocuparon de aprender el idioma araucano, ni se sirvieron de él habitualmen– te para catequizar á los indios. Entonces como ahora los misione– ros aprendieron á hablar el idioma indígena en las Gramáticas y libros citados y «no exigieron al araucano ignorante.. . . que apren– d iera el castellano». (2) Las palabras araucanas que los Pa ires italianos conserva ron en las Memorias inéditas, tantas veces citadas en este libro, se

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