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370 MISIONE!'! D E LOS P P . CAP IJ<.:HINOS legios misionales. Con todos estos arbitrios se ayudan los celosos Padres, para ir venciendo con paciencia y per– severancia los mil obstáculos materiales, que estorban la completa civilización y conversión de sus pobres indios, aparte de las dificultades de otra índole de que hablare– mos ahora. III. Protectorado de los intlíg·enas El ·gran escollo en el que, desde el tiempo de la con– quista de Chile -por España hasta nuestros días, se ha estrellado la total civilización y conversión de 1os arau– canos ha sido la explotación, á veces inhumana, de que han sido víctimas por parte de los cristianos, indignos de tan augusto nombre. Esta verdad es tan clara, que no necesita demostradón escrita; los hechos de siempre, re– petidos desgraciadamente en nuestros días, nos dan la prueba. Apenas merece recordarse , que las únicas voces autorizadas y del todo desinteresadag que se oyeron siempre ante el Consejo de Indias, como ante los Presi– dentes de la República han sido las de los misioneros, quienes desde el P. Luis <le Valdi via de la Compañía de Jesús, hasta el más humilde misionero Capuchino, no han cesado de protestar en todas formas contra un delito que inutiliza casi sus esfuerzos, y hace á los naturales recelo– sos del Evangelio. Ya hemos visto en el cur30 de esta historia á nuestros Prefectos Apostóli cos protestar, en sus Memorias ante los Poderes públicos, del mal moral y ma– terial que se hace á los indios , despojándolos <le sus pobres ti erras , y corrompiéndo 1 os con el desenfrenado mercado del alcohol . · El hospicio de los PP. Capuchinos de Valdivia y

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