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EN LA AlU UCANÍA 1889-1910 353 do y previsto con precisión la necesidad: ya vimos al P. Jeremías ele Pa_glieta (cap. IX) proponer repetidas veces al Supremo Gobierno ele Chile el establecimiento ele di– chos colegios, y cómo los consideraba .tan necesarios para - la instrucción de los in dios qu e no vaciló en ponerse en viaje para Europa, con el solo fin de encontrar una Con– gregación ele Religiosas que tomara á su cargo aquella empresa, para cuya realización contaba con la bliena vo– luntad del Gobi e rno. La muerte le sorprendió en tan simpático empe1ío muy lejos de Chile. Posteriormente el P. Álberto nos ofreció un pequeño ens3.yo de este ideal en las Misiones ele Bajo Imperial y Queule; pero, ó las circunstancias no favorecie– ron tan buenos principios, ó los hombres de Estado de la República no acertaron á comprender la importancia ca– pital que tenía levantar el nivel de la educación é instruc– ción de la mujer araucana, so pena de es terilidad en la ci– vilización de los indios. Lo cierto es que nada estable se hizo oficialmente, á pesar del profundo convencimiento de los viejos misioneros expresado de tocias formas y en toda coyuntura. Del mismo ideal se sintió inspirada felizmente en J 88 7 una distinguida señc;>ra ele Santrago llamada Carmen Goi– colea, la cual manifestó al P. l 1 rbano sus propósitos de retirarse del mundo y dedicars e con toda su for tuna y Ílwrzas á educar las nii'ías majztriles ele nuestras Misiones. De esta señora se Yali ó la divina Providencia para una obra tan lauclab)e; porque en efecto, el P. Urbano acep– tó gustosísimo el piadoso ofrecimiento: escribió al R. P. F ortunato de Drena, misionero ele Quinchilca, comunicán . dole la buena nu eva, y mandándole que preparase aloja– miento para dicha señora en lugar que pudiera servir de H. l\11SIONES , ' 23

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