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342 JIIISIGNES DE LOS PP. CAPUCHINOS vieron tan interesados por su bien, y fueron paulatina– mente ocupando todas las estaciones misionales, que re– surgían vigorosamente de su pasada postración. El P. Alejo de Barletta comprendió desde luego qu e se había llegado á la solución apetecida, y comenzó á preparar el terreno para dejar la dirección de la Prefec– tura en manos de la Provincia de Baviera. Antes de que fuera aceptada su renuncia tuvo el dolor de ver desapa– recer del mundo al decano de los antiguos misioneros , 1\1. R. P . Adeodato de Bolonia, muerto en Santiago en el mes de Julio de 189S á los 78 años de edad y 4S de misionero ; era el único sobreviviente de los doce pri– meros que llegaron á Chile en I 848, y había trabajado como ninguno entre fieles é infieles desde 1 S50, según se in fie re de las llfemorz·as inéditas, tantas veces citadas en esta historia, y n-dactadas en su mayor parte por él mismo. Al afio siguiente ( 1899) el P. Prefecto resignó su cargo en manos de la Sagrada Congregación, y en cuanto le fué admitida la renuncia, (Abril de r 900) retiróse á San– tiago, I o de Diciembre de I 900, donde continuó aún ayudando á sus antiguos súbditos, hasta que Dios lo llamó á recibir el premio de sus trabaj os el día diez de Diciem– bre del año I 90 2. III. Erección canónica de la Prefectura Entre los misioneros bávaros llegados á Chile se en– contl'aba uno muy distinguido, en quien los Superiores Generales tenían puestos los ojos para encomendarle el gobierno de la Prefectura: era el M. R. P . Burcardo de Roe ttingen antiguo lector, en su Provincia, del colegio
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