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336 MISIONES DE LOS PP. CAPUCHIXOS más delicado de su noble corazón, presentó su renuncia á los Superiores Generales, quienes mejor que nadie co– tiocían el mérito del Prefecto, y por lo mismo se resistie– ron á aceptarla, hasta que una grave enfermedad, con– traída durante la visita canónica del año 189 2, abatió por completo sus fuer.las físicas debilitadas por 26 años de apostolado. Sintióse entonces . ya viejo y achacoso, y pre– sentó su renuncia irrevocable que le fué aceptada por la Sagrada Congregación y por el P. General á principios del año I 893, quedando así libre de su cargo,' que fué confiado en 24 . de Febrero del mismo afio al M. R. P. Alejo de Barletta ( I ). Ya conocen nuestros lectores al nuevo Prefec to, que había desempeñado papel importan– te como Vice-Prefecto y como misionero en tre chilenos desde 18 73, y nos : dejó las curiosas noticias que hemos visto en el capítulo V sobre la fundación del convento ele Santia9;0; según éh las recogi ó de los mismos que tomaron pa1-te eff la obra. , · · Del tono general de los citados Apmztes y de cuanto del P. AlF'.jo hemos leído y oído de personas que lo tra– taron, se deduce que era hombre de carác ter enérgico, i-ayando á veces en áspero, amigo de la verdad y de la sinceridad, y que sabía sentir muy hondo cuanto pensa– ba, expresándose siempre e11fáticamente, como lo hemos notado más a-iTiba. Ll evado de este temperamento, el P. Alejo fué quien más infü,yó en ·él ánimo tranquilo del P, Urbano para concluir de -una _vez el negocio con el Rmo. P. Joaquín de Llevanerás: opúsose enérgicamente á ·nuevas demoras en el remedio de la extrema· necesidad. de personal que (1) Archivo de füuitiago. Legnjo VI, X.o 47.
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