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PERÍODO DE TRANSICIÓN' 1888-1889 329 El había vencido obstáculos casi insuperables en la Península para el desarrollo de la Orden Capuchina, y quería arrostrar con solos sus súbditos toda la responsa– bilidad que había aceptado, al recibir á su cargo el en– viar misioneros ;:í. la Araucanía. · En esta disposición ele ánimo man¿ó á Chile la prime– ra expedición en I S89·: con esta mira· aprobó entusias– mado la funclación de Los Angeles, y esperaba, sin ·du : da, que en pocos años podría educarse en España y en Chile suficiente número de sacerdotes para ocupar todas las Misiones; y aun fundar otras nuevas. Este fué su error. No es mengua por cierto de su claro criterio; pero le engañaba su corazón, y el no conocer á fondo el país en donde cifraba tan hermosos planes: íe sucedía algo paré– ciclo á lo que aconteció al primer Prefecto Apostólico en Chile, como vimos en el capítulo quinto de esta historia. Sobre ec;te fondo subjetivo, llamémosle así, actuaron tres circunstancias externas, todas ellas ·des fa vara.bles al plan del Rmo. P. Joaquín: primeramente el estado dé formación de la Orden en España: en segundo lugar la divisió n de la Provincia española en tres Provincias reli: giosas distintas; y en tercer lugar la actitud abiertamente opuesta de los misioneros italianos. Efectivamente: después de cuarenta y cinco años de dispersión y doce apenas de restablecimiento, no estaban los capuchinos españoles en disposición de abarcar gran– des empresas apostólicas; y no es humillante confesar que ni había suficiente número de sacerdotes para la rá– pida expansión que luego adquirieron en España, ni que, los que por el momento ocupaban los conventos, no es– taban en disposición de entregarse de lleno á la vida de misioneros y menos en ultramar.

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