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pi,;1dooo DE TRANSICIÓN 1888-1 889 327 ron nueva iglesia y casas misionales, y no perdieron un s olo p:iso en el terreno conquistado por sus heroicos predecesores. Pero tan felices principios no habían de tener, desgra– ciadamente, continuación. La prometida segunda expedi– ción de nuevos misioneros no llegaba; y como la con– fianza en aquel refuerzo sostenía el ánimo de los anti– guos en su difícil situación, acentuóse poco á poco el disgusto contra el Provincial de España , sobre todo cuando autorizó la fundación del com·ento de Los An– geles. ~Cómo explicar el proceder del Rmo. P. Joaquín de Llevaneras? ... Es evidente que todos los religiosos se– i'ialados por la Sagrada Congregación para las Mis:ones de la .--\raucanía deseaban sinceramente llegar á su des– tino; y los que habían ya abandonado la patria y traba– jaban sin descanso en Chile estaban dispuestos á ocupar un puesto entre los pobres infieles: hay que buscar pues en los acontecimientos de aquellos días una causa justi– ficada, que explique la conducta del Rmo. P. Llevaneras, y nosotros vamos á exponer esta causa, según nuestro leal entender, refiriendo los incidentes que sobrevinieron en es te negocio. De la correspondencia epistolar que conservamos, y hemos citad0 repetidas veces, se infiere que, como fun– damerito de todas las razones que motivaron el estado de cosas que estudiamos ahora, hay que tener en cuen– ta el desacuerdo producido entre los planes del Rmo. P. Llevaneras y la situación canónico regular en que la Sagrada Co11gregación de Propaganda Fz"de y el Rmo. P. General colocaron á los capuchinos españoles á su ve– nida á Chile. Ya Jo dijimos arriba: el P. Provincial quería á todo

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