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PEltÍODO DE Tl{ANSlCIÓN 1882 - 1888 305 al P . Prefecto sus nifios, sus novicios y sus colegiales r coristas, y todos sintieron una corriente de celo que les invadía; es increíble el entusiasmo, á veces candoroso , con que se propagó entre todos el deseo de ir á Misio– nes: todos se sintieron apóstoles . Acordes, pues, en principio el P. Prefecto y el P. Pro– vincial comunicaron al Rvmo. P. General sus determina– ciones; el P. Prefecto se despidió de los futuros misione– ros , hondamente emocionado, y, al regresar á Chile, llevaba el dulce presentimiento de que en breve vol– verían las Misiones á su antiguo esplendor. El P. Gene– ral felicitó en una hermosa carta ( r ) al P . Llevaneras por sus buenas disposiciones y ordenó que se reuniera el definitorio provincial para determinar las condiciones y el personal con que debía tomarse la Misión de Chile, como se hizo el 7 de Noviembre de r 888 ( 2 ) . El acuerdo definitoria! , á que aludimos, es la clave de todos los inctdentes que en el capítulo siguiente vere– mos desarrollarse. Desde las primeras delib eraci ones con el P. Urbano, el Rvmo. Padre Joaquín propuso que, en el momento que la Provincia espafiola se hici era cargo de la Misión ele Chile, todas las estaciones misionales, los conve ntos y hospicios deberían ser ocupados sz'nw!– tdneammte por los capuchinos espafi oles; y que los ita– lianos que quisieran quedarse en la Misión pasaran á la obediencia ele la Pnwincia de Espafia . No clejába ele ver las dificultades que esto podría tra e r, pero se encontraba dispuesto á afrontarlas todas , ames de que, la dualidad (] ) :\r,:hiYo de S:rnting-o Lcg. VIII X •>03 C.\1-rt:1 '!. » ('2) H I bicl.

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