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l'EIUODO DE TRANSICIÓN 1882-1888 291 Sumos Pontífices, es el medio más adecuado para la re– generación moral y social del mundo. Por una nota del P. Alberto de Cortona sabemos que la comunidad de Santiago constaba en 1885 de catorce Padres y seis Hermanos, casi todos ellos retirados de las Misiones de la Araucanía por motivos de salud y dedica– dos completamente á la predicación en ejercicios y mi– siones por las ciudades y los campos; distinguióse en estos trabajos el M: R. P. Alejandro de Urbino, infatiga– ble misionero, que recorrió toda la región media de Chile desde la Serena hasta Bío Bío por espacio de cincuenta afios, sin cesar de predicar hasta la extrema vejez, en qu e nosotros lo conocimos ( I ) . Este nos parece el lugar más indicado para decir dos palabras de los otros dos Hospicios ó residencias qu e tuvieron los Padres italianos uno en la ciudad de la Sere- (1) Creemos un deber de fideliclar:l hi stórica, recordar en esta nota el nombre de un célebre predicador capuchino, que durante cinco años 1K77-1882, tuvo concentrada sobre sí la atención del público de Santiago: llamábase R. P. lrineo de M:onssa. A una fiso– nomía centellante , se unía en él gracia ex traonli naria ea el decir , y exquisita elegancia de acción orat0ri:1 , con no poca unción evan– gélica: todo lo cual, ele tal manera cautivaba al auditorio, que, r;e – gún relatos de testigos ocula res, las iglesias do nde el Padre Irineo predicaba, se yeían invadidas por la muchedumbre, com pues ta en su mayor parte ele lo m:ís selecto ele la sociedad santiagui na; y el entmiasmo producido por su palabra se m~n ifestaba con frec uen– cia con demostraciones pseudo-piadosas. Esta nura popular fascinó un tanto al celebrado predicador, poco precav ido contra las emociones sentimentales ele cierto público; y el P. Alberto, que apreciaba entra11.ablemente al P. Iri neo , se vió en la precisión de mandarlo á su Provi ncia ele Itnlia, después de soportar no pequeños disgustos. l'or lo clemús, el P . lrineo perma– neció en su patria fiel :í su vocación sacerdotal. Es peligro,:o ele– varse en alas ele la fama sin un gran contrapeso ele humildad.
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