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PEÚODO DE TRANSICIÓN 1882-1888 285 nas, entre chicos y grandes, con promesa de levantar en Petruschen una misión fija; promesa hasta hoy no cum– plida. El mismo resultado tuvo otro intento de fundación en Villarrica el año 1884. El citado P. Fortunato, aprove– chando el paso por la misión de Boroa del señor Lisan– dro Martínez Rioseco, magistrado distinguido de la au– di encia de Concepción, aceptó la insinuación de éste, para acompañarle al interior, pensando explorar personalmente el terreno de Villarrica, cuyo cacique pedía también mi– sioneros, y donde antiguamente había habido una buena misión de PP. Jesuítas, destruida por completo en el ge– neral levantamiento de indios de I 598. A la sazón so– lamente se encontraban informes ruinas y tribus casi sal– vajes, custodiadas por un destacamento militar, desd e I 88 2. El cacique Unelef había estado en Santiago, pidiendo una misión , y el Gobierno se lo había indicado al Padre Prefecto, el cual contestó que tenía dispuesto un Padre para aquella región, contando con que se le ayudara con una subvención especial para establecerse, y con que se expidiera, al efecto, el acostumbrado decreto; pero, á pe– sar de que el Padre misionero estuvo algunos meses allá , no sirvió sino de capellán de soldados, circunstancia que ·disminuía visiblemente la confia11za de los naturales, que miraban al Padre como un empleado del Gobierno y cómplice, por lo mismo, de la opresión . Por esta razón, y para no malograr con este precedente lo que en lo futu – ro pudiera hacerse, retiróse de allí y se fué á Boroa, de– jando por entonces aquella fundación; eran los últimos conatos de expansión que pudían permitirse los benemé– r itos capuchinos italianos.

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