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284 l\IISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS dimos cuenta de dos generosos esfuerzos hechos por los PP. Lonigo y Constancia de Ponzone, para fundar esta misión: todo estaba entonces dispuesto y preparado; pero el terrible cacique Penciulef con su tribu lo impidieron, sobornando á Vicente Paiglalief I, hermano de Paiglia– lef 11, que ahora pedb. la misión. El P. Fortunato de Drena se presentó intrépido ante las tribus indígenas, que aceptaban de buen grado el beneficio que se les proponía, pero que estaban vacilantes por temor á los enemigos de hacía 30 años . Entonces Paiglialef 11, ha– ciendo el último esfuerzo, con araucana elocuencia les dijo: «vosotros que sois contrarios á mis propósitos, de– cidme, ¿preferís en esta tierra soldados ó misioneros? Elegid . . . » Ante aquel dilema, todos respondieron que querían más misioneros que soldados; mas como aún habían al– gunos tímidos y morosos en dar su opinión, se convino en que se decidiera el asunto por una partida ele pa!in, en el que, por fortuna, quedaron vencedores los que de– fendían la Misión. Contentos todos, ofrecieron desde luego un sitio para fundar la Misión; el P. Prefecto contestó que tenía un Pa– dre destinado para el objeto pero . . . que no había podido obtener del Gobierno medios para hacer los gastos, y que ese mismo Gobierno había invadido los bienes de los Se– minarios, razón por la cual los Prelados de la Iglesia, no podían acudir á aquella fundación con limosnas de Cru- zada . .. ¡¡justos juicios de Dios!! ..... . Grande fué el desconsuelo de los pobres indígenas, al saberlo, pero el P. Fortunato de Drena los consoló per– maneciendo algunos días entre ellos, administrando los Santos Sacramentos y bautizando á más de r 20 perso-

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