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EN LA .ARAUCÁNÍA 1865-lSSt 275 to, y nos separamos, siguiendo ellós el camino ele Toltén y yo el ele Queule. »Allí tuve noticias ele que los insurrectos habían hecho grandes estragos en Imperial, matando á muchos cristia– nos indígenas, incluso al cacique, como ayudador ele los lmincas . Saquearon é incendiaron la :M:sión: mas Dios dispuso que las llamas se apagasen, y la iglesia y los demás edificios ele la Misión ·quedasen intactos. » Pero si fué grande la matanza y los estragos que ni– cieron los indígenas con los esj>afíoles, mayor fué su cas– tigo; porque los chilenos quemaron y destruyeron todas sus viviendas, talaron todos sus campos, llevaron con– sigo todos sus animales, y les despojaron de todo cuan– to tenían, matando sin piedad á cuantos caían en supo– der) y dejando insepultos los cadáveres. »La colonia de Toltén se salvó porque, estaba de tal manera fortificada, que los indígenas conocieron que era imposible penetrar. » Concluída aquella guerra ele salvajes; como cesa un espantoso huracán, que deja montones ele ruinas, todo volvió á la primera tranquilidad; pero al regresar los mi– sioneros á la :Misión del Imperial, tuvieron que sufrir por muchos días los miasmas fétidos de un número in– calculable de cadáveres de indios que, por todas partes, se encontraban insepultos. » La causa de aquella terrible insurrección, fué la pési– ma conducta de algunos espaiioles establecidos en Impe• rial, !os cuales con sus injusticias y vejaciones, les ha– bían irritado hasta aquel extremo: quiera Dios que .este hecho sirva ele ejemplo para les que se establezca1i entre los araucanos, y no los provoquen más á cometer tales crímenes . . . . ..... »
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