BCCCAP000000000000000000000204

272 MISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS confusión, me olvidé de tomar cinco escudos, único cau– dal que había en el tesoro de la Misión; y al momento monté á caballo y partí con el maestro de nuestra escl!e– la, el cual, medroso como es, tuvo la bondad de acompa– ñarme. Con el favor del Señor viajé toda la noche sin mayor contratiempo, y he llegado aquí cuando V. R . es– taba celebrando la Misa. » Antes de partir yo, no habían llegado todavía los in– surrectos al Imperial; pero creo que á esta hora todo se habrá perdido, y habrán muerto muchos; y temo que la insurrección y los estragos serán generales, sino lle– gan á tiempo las tropas para contener aquellos bárba– ros, ávidos de saqueo y de sangre,. ,Este fué el relato que me hizo el Padre Constancio; al medio día vino el Gobernador de Toltén, para hacer– nos ir al cuartel militar como lugar más seguro, porque él tenía conocimiento de que los insurrectos se acercaban á Toltén; el P. Iluminato y yo aceptamos la invitación ; pero el Padre Constancia, que conocía mejor que nosotros todo lo que eran capaces de hacer los araucanos en tales cir– cunstancias, creyó más prudente seguir viaje hasta Val– divia, que consideraba el único lugar seguro. » Ninguno se opuso á su parecer; hicimos preparar al momento la carreta y colorar en ella las c0sas más im– portan tes , las provisiones necesarias y los alumnos de nuestra escuela, y partimos á las tres de la tarde , diri– giéndonos á la Misión de Queule, á donde llegamos cer– ca de las nueve de la noche, pues el Padre Constancia y yo estábamos muy cansados del viaje del día anterior. » Cuando creimos poder descansar en aquella Misión, nos encontramos que el P. Juan de Bardino con muchos

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz