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EN LA AltAUCANÍA. lb6ó-1882 271 me fuí á la iglesia á celebrar el Santo Sacrificio de la Misa: al regresar á la sacristía, me encontré al Padre Constancia de T risobio, á quien había dejado yo en la Misión de Imperial. » Después que hubo celebrado me dirigí á él para pre– guntarle qué había sucedido, y él me contestó: «Esta– ba en un grande error cuando creía que los indígenas no me harían mal alguno. Poco después de vuestra parti– da el cacique de la misión vino á pedirme que me ausentase lo más pronto posible, porque 800 infieles armados se dirigían hacia Imperial para talarlo todo y .llevarlo á sangre y fuego. Aquella noticia me produ– jo tal confusión que no sabía qué hacerme. Los po– cos caballos de la Misión me los habían robado poco hacía, y el caballo viejo de 29 años, del cual yo me ser– vía, lo había prestado al capitán Carmen Calipagn, el cual no se había dejado ver desde muchos días, y no sa– bía si había llegado. » Mientras estaba en estas angustias, vino por segunda vez el cacique á decirme que me marchase pronto, por– que los revolucionarios habían llegado ya muy cerca y no había tiempo que perder. Pedí entonces que alguno me prestase un caballo, y todos me contestaban que so– lo tenían los que necesitaban ellos para ponerse en salvo. , Perdida toda espe:-anza de socorro, me ví precisado á emprender el viaje á pie, aunque preveía que por mi avanzada edad no podría seguir una larga caminata . Pero mientras daba instrucciones al hombre que de– jaba al cuidado de la casa, he aquí que Carmen Calipagn me devuelve el caballo viejo: entonces corrí á mi habita– ción á tomar los libros más importantes; mas, en aquella

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