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270 llllSIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS hasta el medio día sin tomar alimento . Entonces, sintién– donos débiles y cansados hicimos alto, para tomar fuer– zas; mas toda nuestra comida consistía en un poco de harina tostada, que comimos revuelta con agua, lo cual no fué suficiente para satisfacer nuestra necesidad. » Por esta razón, temiendo desfallecer por falta de ali– mento, apresuramos un poco más el paso y quiso la di– vina misericordia que llegásemos á Toltén en la misma tarde, después de la puesta del sol. Sólo nos faltaba pasar el río: y lo pasamos en una barca, dejando la ca– rreta y los bueyes con el hombre que los guiaba hasta la mañana siguiente. En el momento de embarcarme, tuve la mala suerte de caerme al río: me engañó mi mala vis– ta; mas el hombre que iba junto á mí, me puso en salvo; así, todo mojado, llegué á la colonia chilena de Toltén con todos aquellos que me habían acompañado, y J.l momento me encaminé á casa del Gobernador para ha– cerle saber todo lo que se temía en Imperial. »A tal noticia él, como hombre prudente, tomó las precauciones necesarias sin alarmar al pueblo, y no– sotros nos retiramos á la casa de la Misión á las once de la noche, dando infinitas gracias á Dios por habernos séilvado del inminente peligro, y hecho llegar á casa de nuestros hermanos, los Padres Juan de San Juan é Ilumi– nato de Génova, quienes nos prodigaron los más afectuo– sos cuidados de caridad fraterna. » Breve fué nuestra cena y conversación, tanto por lo avanzado de la noche como por la necesidad de descan– so, que se dejaba sentir sobre manera; y aunque mi es– píritu estaba turbado, sin embargo, al momento que me acosté dormí en un sueño hasta la mañana siguiente. Rezados maitines y hechas mis oraciones de costumbre,
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