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EN LA ARAUCANÍA 1865-1882 269 difíciles en que el Gobierno retiraba algunas de las tro– pas que guarnecían las fronteras de la Araucanía para acudir á la guerra del Perú, y entonces supieron los chi– lenos y españoles por dura experiencia que no se exas– pera en vano el coraje de aquellos bárbaros. Nues tros misioneros pudieron contener á los caciques cristianos; pero aun éstos consintieron de buen grado en la venganza, con tal de que respetasen á los Padres, quienes tuvieron que sufrir peligros muy serios y pérdi– das de todo género para ponerse en salvo. En las Memorias inéditas , tantas veces citadas, ( r) en– contramos algunos interesantes detalles, escritos por los tres misioneros que se encontraron en el foco mismo de la insurrección, el Padre Constancia de Trisobio, el Padre Fortunato de Drena y el Padre Juán de Bardino. Vamos á copiar aquí algunos párrafos de sus impresiones per– sonales. El Padre Fortunato, que st:: hallaba á la sazón en com– pañía del viejo misionero P. Constancia, en Bajo Impe– rial, donde se había iniciado el movimiento subversivo, nos dice que el día r. 0 de Noviembre de 1881, viendo inevitable la convenida irrupción de los bárbaros é inú– til toda resistencia, recogiendo lo más valioso de la igle– sia y de la casa, huyó hacia Toltén, dejando solo al Pa– dre Constancia, que, fiado de su influencia y del respeto que se le tenía en toda la comarca, quiso arrostrar la última prueba, antes de abandonar una Misión, por él regentada hacía treinta y cuatro años ; y añade: « Via– jábamos en el silencio de la noche, tristes, taciturnos y llenos de temor; llegada la mañana seguimos adelante (1) L'Araucanía, cap. III, págs. 91-99.

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