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EN LA ARAUC.rnÍA ]866-1882 251 Ya se ve que el Padre Prefecto iba derecho á la raíz del mal; pero sus generosos propósitos y sus indicacio– nes no fueron escuchados; sirvió quizás de excusa al Go– bierno de Chile el encontrarse en aquellos días envuelto con Espafia en un conflicto gravísimo originado por la embajada que la corte ele Isabel II envió al Perú en r 86 5 con la escuadra del almirante Pareja y un Comi– sario á bordo, para que hiciera reconocer al Gobierno del Rimac las deudas contraídas durante la época co– lonial. La negativa del Perú traj o por consecuencia que el almirante ocupó las islas Chincha, 0cupación que sublevó el orgullo de los pueblos soberanos de Sud-América, co– mo un desafío á su conquistada independencia. Chile en particular, como más vecino y más altivo, se alborotó más, y por todas partes . se produjeron algara– das, reuniones y discursos: y en la capital fué insultada groseramente por el populacho la embajada espafiola; y aunque el Gobierno dió sus explicaciones al ministro es– pafiol , al mismo tiempo tomaba represalias de guerra contra la escuadra de Pareja, que no tardó en aparecer frente á Valparaíso exigiendo el saludo de 2 r cafionazos á su insignia en el término de cuatro días, como desagra– vio á las ofensas hechas á la bandera de su nación. Tal exigencia produjo la ;nmediata declaración ele guerra que el Gobierno mandó á Pareja. Este, contrariado por la noticia del apresamiento, por sorpresa, de la corbeta espafiola Covadong-a, se suicidó cobardemente; pero el comandante Méndez Núfiez, que quedó al frente de la escuadra, tuvo largo tiempo en jaque las armas chilenas, hasta que, resuelto á tomarse una satisfacción, poco hidalga por cierto, bombardeó los

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