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:2-!6 llllSIONE:I DE LOS PP. C , PU CHINOS desconfiados de los santos propósitos que habían llevado entre ellos los fervorosos hijos . de San Francisco. El encargado d-: aquella Misión fu é el Rdo. Padre Pablo de Royo, hombre de un temp le de alma superior , el cual se dió tal traza en su trato con aquellos indios, que en pocos años y á costa de trabajos increíbles, tu vo formada una reducci ón cristiana de más de quinientos habitantes, muy bi en hallados con todas las exigencias de la civilizac ión; consiguió que se instalara en el pueb lo ofici na telegráfica en un de partamento de las casas mi– sionales, y que uno de los j óve nes , educado por él des – <le niño, ap rendiera el oficio de telegrafista y desempe– fiara el puesto que hasta hoy m;:intien e, con grande apr o– vechami ento público y propio, pues se hall a rodeado <le numerosa fami lia, en honra da y cómoda posición social. De los trabajos de aquel benemérito relig ioso, no hay documento al guno por él escrito ; en cambio nos de jó su obra soI"prendente; y ell a sol a prueba, hasta la evi Jencia , su prodigiosa actividad nun ca desmenti da , y su val or jamás vencido por las terri bles contrari edades que hubo de soportar; de algunas hace mención el Pa– dre Antonino de Res chi o. ( 1) E n el afio r 864 que vamos historiando , un voraz in cend io reduj o á cenizas la igl esia , casas misionales y escuelas : cuatro años de ahorros y privaciones y alg·11- nas pequefias limosnas bastaron al animoso Padre Pabl o para poner en pie y en mov imiento todo lo que el fuego había destruido. Pero apenas tuvo lugar para gozar del éxi to de sus esfuerzos : ausentóse á Valdivia para pro– , ·ee rse de ornamentos sagrados, útiles domésticos y en- (1) L'Aran c::rnía. Cap. IX, pégE<. 155-157.
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