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EN LA ARA~CANÍA 1859-1865 241 par~ las escuelas de niños, y para los huérfanos que no tenían más amparo que el misionero y sus casas. Otro cargo más delicado hacía el señor Salas respec– to á los cristianos disidentes; parece que no quería que se los considerara como infieles, ni por lo tanto se exten– diera á ellos el beneficio de las limosnas de Cruzada . El Padre Damián, fü-me siempre en su punto de vista del espíritu de la ley, se desentiende aquí también de la letra, y responde que lo que diferencia al católico del he– reje no es el hábito de la fe, infundido en el Santo Bau – tismo; que se supone han recibido los dos; sino la inte– g ridad de la fe, la virtud teologal así llamada, y que se forma por la predicación é instrucción dada por el misio– nero católico ; al cual, para su ministe rio , igual le daba convertir á un hereje que á un infiel. Claro es que la Iglesia distingue entre herej es é infieles, y que el Papa sólo habla en su Bula de los in fiele s; pero el Prefecto justificaba su proceder alegando que muchos de los cris– tianos, que vivían en sus mision es, eran herejes protes– tantes, y que quería trabajar en su conversión con todos los recursos que tenía á mano . Finalmente, pedía de nuevo al Iltmo. Prelado que si creía que los fieles de las citadas Misiones no entraban e n el número de los que carecían de todo auxilio reli g io– so, fuera del que podía prestarle el beneficio de Cruza– da, las declarase Parroquias, y así gozarían de asigna– ciones fiscales, y él se internaría más en la Araucanía con aquellos abnegados Padres que las servían. ( r ) El día r 2 de Mayo del mismo año r 86 3, replicó aún (1) ArchiYo de Santiago. Leg. II, N.o lG. H. MISIONES 16 ..

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