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232 l\lISIONF.S DE LOS PP. CJ.PUC HIN OS nos; mas al terminar su educación, volvi endo á la casa paterna, volvían a las supersticion es y á los vicios de su nación, y se hacían peores que l os demás, contrayendo el matrimonio según sus usos bá rbaros y viviendo de la manera más propia p:tra abreviar su ,·ida . H e aqui ~) or qaé los cristianos indígenas de T oltén, en r 2 afi os, con– trajero11 tan corto número de matrimonios cris tianos, y por qu é murieron cerca de la mitad. »E~te gran mal , que hace inútiles los ésfuerzos de los misioneros, se remediaría teniendo medi os como poder educar cristianamente las nifi.as hijas de los araucanos . Se ha visto por experiencia que las muj eres araucanas , bien edc1cadas en la F é catól ica, perseve ran hasta el he– roísmo en el amor de la virtud y ele un a religi ó :1 que, quitando la poligamia, causa de su deg radac ión, las en– nolil1:ce y las protege . D e aquí que: uni das e n matrimo– nio con los ritos de la Iglesia, sos ti enen la fe de sus es– posos y la infunden en el corazón de sus hijoc;. D e esta manera la nación araucana, pasaría pronto ele la barba– ne á la civilización " . ( 1) 111. Gobierno del Padre DamilÍn ,le Viarregg;io Nada más razonable y práctico que lo indicado por el celoso misionero que acabamos de oir, exp resado con la convicción y autoridad de veinte afi.os de apos tolado. Por desgracia y para mucho mal de las lVIisiones, aq uella necesidad no fué tenida en cuenta por quienes podían remediarla, ni será és ta la última vez que tengamos que (1) La Araucanfa c. V, art. l, pág. lü(dUS.

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