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EN LA ARAUCANÍA 1854 - 1859 221 ciques, están muy conformes en que se establezcan cerca de vosotros como vuestros protectores y abogados. » »Al oír el nombre del gran cacique Tucaichipagn, cu– ya fama era universal en toda la Araucanía, consintieron al momento en que los Padres se estableciesen en su tribu. » Conseguido ésto, surgió otra dificultad, porque nin– guno estaba dispuesto á ceder un pedazo de terreno para edificar la casa de la Misión . Entonces hice yo la observación de que aquel pequeño prado donde se en • contraban los Padres era un lugar solitario y abandona do de todos, y que en la estación de las lluvias perma• necía inundado, y por este motivo que lo podían ceder sin ningún inconveniente porque á nadie se perjudicaba. Respondi~ron que voluntariamente lo cederían; pero qu e, como estaba habitado por los espíritus malig nos , no se atrevían á entregarlo á los Padres , no fuera que les su– cediese alg una desg racia. » Repliquéles que los misioneros no,temían á los malos espíri tus , y que ellos no debían afligirse por esto; con lo cual obtuve su consentimiento, y tomamos , al momento , posesión de aquel prado, plantando una cruz, y diciendo á los indígenas que aquella cruz era su ficien te para ha– cer huir á todos los espíritus malignos. Sin otro inciden– te , disolvióse la reunión, que había durado tres horas, bajo un sol abrasador. , Al día siguiente mandé decir al cacique principal que, puesto que nos había recibido y permitido fundar la Misión para bien de la tribu , le suplicaba que me con– cediese algunos de sus hombres para ayudarnos á fabri– car una pequeña casa. El me respondió , que qtodos eran

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