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214 llIISlONES DE LOS PP. CAPUCHLNOS Aun probó éste fortuna, otra vez, mandando en r 856 las mismas dos naves de guerra Cazador y 1/J"aule para que' recorriesen las costas de la Araucanía, y favorecie– sen la fundación de nna reducción de indígenas en las márgenes del río Toltén. (r) Esta nueva tentativa, hecha sin contar con el P . Lo – nigo, tuvo el mismo resultado, y estuvo á pique de pro - <lucir una catástrofe. Porque, efectivamente, cuando las dos naves se retiraban de allá, frustrado su intento, cayó sobre las costas araucanas una espesa niebla que hi zo perder el rumbo al 1/faule, el cual, vino á dar en las are– nas de la playa de Imperial ; salvóse toda la tripulación , compuesta de treinta soldados y algunos paisanos; los cuales, entumecidos y hambrientos, quedaron sin amparo ninguno, mientras los salvajes, que se dieron cuenta del naufragio, acudieron sin tardanza á la playa. Pronto tuvo aviso del suceso el P. Adeodato. Se en– contraba solo en la Misión, pues el P. Constancia había ido á Valdi via para traer las provisiones de invierno; y en cuanto recibió la noticia montó á caballo, y se dirigió apresuradamente al lugar donde se encontraban los náu– fragos, á quienes encontró, en efecto, rodeados de una turba de indígenas, que, en actitud amenazadora, comen– zaban á tratar de lo que deberían hacer con aquel puñado de ludnras. El ca¡Jitán del 1/faule llamado Olavarieta, en cuanto vió llegar al Padre, cobró aliento, pues las ceñudas mira– das de los indios le preocupaban hondamente. El P. Adeoda to lo llamó aparte y le aseguró que, es– tando él allí, no había nada que temer: pero que era ab- (1) L'Araucaní~, cap. II,póg. G2.

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