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210 MISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS III. 'l 1 entativas de avance Muy pocos días después de haber regresado de Eu– ropa el P. Prefecto, y mientras se acomodaban en San– tiago los nuevos misioneros, que con él vinieron, según dijimos en el capítulo V, tomando él por compañeros al Rvdo. P. Pedro de Reggio Emilia y Cecilia de Monte Santo, emprendió viaje al sur de la República, para vi– sitar sus súbditos, comunicarles nuevo ardor en sus em– presas y tratar de internarse más entre los indígenas. Llegó, pues, hasta las márgenes del río Toltén, donde le pareció muy conveniente establecer una Estación mi– sional, por ser paraje muy abandonado de toda civiliza– ción y camino para acortar las distancias entre Imperial y Valdivia. Convocó luego á los caciques de aquellas tribus in– fieles y les propuso (guardando el ceremonial araucano) los deseos que le traían entre ellos: que no eran otros sino establecer una Misión y ayudarles en todo. Tomáronse aquellas gentes tres días para deliberar, durante los cuales se reunieron en co:1sejo pleno del que resultó la más absoluta resistencia á las pretensiones del P. Prefecto; él, sin embargo, creyó conveniente dejar entre ellos á sus dos misioneros, esperando sin duda que aquellos salvajes acabarían por acceder á tan humilde demanda, y regresó á Santiago para negociar con el Go– bierno subsidios y protección para conseguir su intento. No es posible formarse una idea de la angustiosa si– tuación en que quedaron aquellos dos buenos misioneros, priv2dos de toda humana defensa ante las sombrías mi– radas de aquellas gentes , que no los perdían de vista , ni

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