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206 llIISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS hizo ver primeramente la capilla, que era el edific;o ma– yor y estaba adornada decentemente, explicándole, que los cristianos debemos t2ner una casa grande consagra– da á Dios, para hablar con Él y pedirle las gracias que necesitamos, porque todo el bien que tenemos nos lo ha dado Dios Nuestro Señor. Después le mostró la escuelél, la casa y la cocina. , El caci1ue, después de haber mirado todo atenta– mente, y de haber escuchado la explicación con grande silencio, quedó enteramente satisfecho, protestando que desde entonces en adelante no escucharía más las mur– muraciones ele nuestros enemigos. » Terminada la minuciosa investigación de los edifi– cios, que tanto hacían cavilar á los otros caciques, invita– mos á nuestro visitante y á toda su comitiva á comer, y todos comieron con libertad y franqueza propia ele c1.rau · canos, dejando todos los platos limpios, para demostrar– nos que les había gustado mucho nuestra comida. >> :Mas cuando les presentamos una bebida hecha con caldo de miel, su contento subió de punto; y aunque es– taban hartos, al parecer, llenaron un plato de harina tos– ta da y, rociándolo con la bebida, concluyeron con todo, porque son muy aficionados á la bebida. »Después les distribuimos los acostumbrados regalos. Ofrecimos al c2,cique una camisa roja, (es el color que más gusta á los indios); un gorro de jerga y paquetes de tabaco, que apreció sobre manera. » A su dama principal le dimos un collar ele perlas ele vidrio de varios colores, y, así á ella como á las demás mujeres, algunas gargantillas y unos espejos pequeñitos , de los cuales se sirven cuando se pintan para ir á sus
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