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200 l\USIONES D!s LOS PP. CAPUCHINOS » El buen viejo mirándole con mucha alegría respondi ó: «lHitt!timifaijin gm· cume Patiru, etc., etc.;, esto es: «T e he mandado llamar, mi buen Padre, porque me siento muy mal: mi vida ha sido muy larga y he visto pasar mu– chas cosas; por eso conozco estar cercana la hora de mi muerte . Acordándome, pues, de aquello que tú me has di– cho tantas vP.ces, que los buenos cristianos cuando mueren van al cielo á ver á Dios y vivir siempre felices con Él para no morir jamás; y que los malos van al infierno para pa– decer, y que nunca se han de acabar los padecimi entos, yo quiero que tú, amigo mío, me bautices, porque es mi intención morir cristiano. Yo quiero ver á Dios y per– manecer con Él, y no ir á padecer con los malos. » » Esta petición la hacía con tan nobles sentimientos que llenó al P. Constancia de consuelo: comenzó pues á re– cordarle las principales verdades de la Fe, y le preguntó si las creía juntamente con todas las de1nás, como reve– ladas por Nuestro Señor Jesucristo á la Santa Iglesia. A lo que él con voz firme y clara , para hacerse oír de todos, respond ió: Maz, ma-::, Patirú com mz¡jz'Ltmn m 're etc., etc.» «Sí, sí, Padre, creo todo aquello que me dijiste y me dices ahora, por que sé que Dios mismo te ha mandado á este lugar ». , Le preguntó después si renunciaba á todos los erro– res y supersticiones, creídas hasta entonces por igno– rancia. , Sí, sí, Padre mío , respond ió , porque ahora conozco que todo eso no era más que mentira y engaño del de– momo. » »Entonces el P. Constancia lo bautizó, y su rostro ad– quirió una serenidad celestial, y después de una hora ex– piró plácidamente, yendo su alma á presentarse al celes-

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