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LA SOCIED.AD EVANGJ:: Ll CA 1854~1859 187 sacio folleto, vea el lector como discurre nuestro Padre Prefec to en el asunto del sistema de misiones: , Si nos detenemos aún más en particular, hallaremos que el juicio que ha formado el señor Orrego sobre el sistema de misiones actual, es to es, sobre si convengan más las misi ones circulares que las estacionarias , no lo creo un juicio, que, macluramente meditado el asunto, po– dría sostenerl o é1 mismo en conciencia y haciendo abs– tracción de las circunstancias; porque creo que la mate– ria es demasiado ardua; y era preciso, para pronunciarse sobre ella definitivamente, haber pasado algún tiempo e nt re los indios , experimentando el oficio de misionero y examinando las tendencias de los infieles á la vida sa lvaje y por consiguiente la gran necesidad que hay ele red ucirhs á pueblos . »Que los Jesuitas ad optasen ese sistema, absoluta– mente nada prueba en favor de su adopción; aunque tambié n en eso ha sufrido equivocación el señor Orre– go al se ntar que precisamente fuese ese sistema ex– d1tsi,Jo; pues de; la crón:ca presentada aparece que su tf: ndencia era designada á formar pueblos civilizados de las Misiones , como lo comprueba el hecho de haberse in– surreccionado los indios de la misión de Rupucura en I 766 por sol o el mo tiYo de quererlos reducir á pueblo los misioneros Jesuitas; lo cual ciertamente no podrían haber obtenido sin una ::\lisión estable. »Por otra parte, ¿qué bien se conseguirá en favor de la República y de la civilización , á que todos aspiran , no menos que á la r educción de los indios al cristianismo, po r medi o de las misiones puramente ambulantes, que 10y fuesen en un punto, mañana en otro , y así sucesiva-

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