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LA. SOCIEDAD EVANGÉLICA 1854-1869 18 [ ne ros italianos del Brasil que desde I 61 r han evangeli- . zado los grandes estados de Ceara, Pará y Marañón. Hoy mismo, á pesar de las duras vicisitudes ror las que han pasado los religiosos en la bella Italia y en los dilatados estados brasileños, los capuchinos de aquella nación sostienen con aplauso universal '.\1isiones como la d_e S. Ficlel, nombre puesto á la gran ciudad por deYO· ción al insigne Santo capuchino Protomártir de Propa– ;:-mzda Fide: lo mismo que la hermosa Misión de las 1 Tn·.,· l, 'z'!las » fundada en 1866 por el P. Antonio de Garici en- tre los indios dzarmtes, con los que fundó la villa Ríaba– hu a. Puerto Real y Río Sama á 4,000 kil ómetros de R ío Janeiro: y en época aún m;:Ís reciente (1873) los Rvdos. Padres Serafín de G oricia y Angel de Saxo ferra to fueron fundadores de una colonia modelo al norte del Estado d•~ J\1inas Geraes, habitado por tribus feroces, que hoy vi– ven tranqui las bajo el paternal gobierno ele los Padres .. Sobre es to puede leerse al docto historiador de las :VIisiones Católicas Barón ele Henrión quien se atreve a decir , que el restablecimiento de la Fe en el Brasil es debido á los mision eros Capuchinos, . Allá trabajan tam– bién los capuchinos lombardos desde el año r 893 es– tando establ ecidos en Río Janeiro, Bahía, Pernambuco. San Paulo, Río Grande, Río Negro y l\1arañón. :\'o estará demás recordar la misión de los capuchin os valencianos en la Goagira Venezolana, bajo la dirección de un Obispo capuchino, en un país que pone á prueba las energías físicas y morales y el celo por la gloria de Dios de aqu ellos abnegados hermanos nuestros. En el año r 895 el hoy Definidor General en Roma, Rvdmo. P. Angel de Villava, celoso misionero entonces en Colombia, echó las bases de la gran Misión del C;:i-

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