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'• l Í8 1\IISIONES DE LOS PP. CA POCHtNOS A su primer compañero Bernardo de QuintaYal nom– bró Superior de la Misión de Marruecos; á Fr. Pacífic? le destinó la Misión de Francia; á Fr. Cristóbal ele Ro – magfía le seüaló la evangelización de la Gascufia; co · rrespondió la Bretaña á Fr. Angel ele Pisa; y el Sfco. Pa– dre con algunos compañeros fuése á Siria y Egipto, a l campo de las Cruzadas. El Sumo Pontífice Honorio III autorizó solemnemente estas Misiones con una Bula fechada en Roma el día 1 r de Junio, del mismo año; y luego aquellos nueyos após– toles apárecieron casi simultáneamente evangelizando las más apartadas regiones, mientras los que quedaban en Italia la asombraban y convertían con su ejemplo y coi su palabra. Bastaba haber hojeado la historia de las Cruzadas para haber leíde junto al glorioso nombre de Juan de Briena, Rey titular de Jerns«lem, que puso sitio á Damieta, e l nombre del Pobrecillo de Asís predicando la concorcl ia á los aliados ele la cruz. Despu és que estos fueron ck:– rrotado~, según las profecías del Santo, éste, decidido á plantar la cruz del Redentor entre aquellos infieles san– guinarios y envalentonados, adelantóse con su compa– ñero hasta el campo enemigo, dejóse aprisionar y pidi ó que lo , llevasen á la presencia del Sultán, delante dél cual predicó tan animosamente el Evangelio que dej ó es tupefacto al bárbaro sarraceno, quien le convidó á \'i – vir en tre sus súbditos con toda tranquilidad: proposici ón aceptada por el Santo á condición de que sus lma11cs (sacerdotes) se sometiesen con él á la prueba del fuego para ver qu ién tenía razón y poseía la verdad; ó á rn– trar él"solo ; prueba que asustó al tirano, muy inclinado á creer la Fe de Francisco, pero . .. cobarde ante su pué-

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