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EN t'HILJ<: Y .c\1/<,F.','f!NA ,) -- -~-- ------------- tuvieron facilidad de enterarse de Chile, donde disting,:i,c:– ron principalmente dos razas: la araucana, compuesta c:e tribus fuertes y altivas, que ocupaban la parte princi¡)al del país, desde ::\Iaule basta Valdi\·ia; y los Promaucaes en la región central hasta el ::\Iaule. Había también alga– nas familias secundarias como los Changos procedentes del Perú y que residían en las costas del norte; los Pe– huenches en los valles de los .\ndes y los Hui!liches al sur de Valdivia. En el extremo austral del país habita– ban, y habitan todada, los Fueguinos que ocupan las is– las vecinas al estrecho de ::\Iagallan1:s y de toda la tierra del Fuego entre el Atlántico y el Pacífico. Fuera de es– tos últimos, que vivían entonces poco más ó menos como Yi\·en hoy, en un estado del todo sah-aje, aunque en parte han sido iluminados con las luces del Santo E,·angelin, los indígenas chilenos tenían su organización, bien que ru– dimentaria, según la cual se gobernaban en tiempo c1e paz y ele guerra. Sus cadques y toquics eran elegidos democrüticamente por el voto de las tribus reunidas en _;.;randes festines; aunque había sus prÍ\'Íiegios de sangre. Eran sus prínci– pes y capitanes quienes m,is se distinguían por su fiere– za, agilidad ó astucia. Legislación perfecta no se encuen– tra, pues parece que sus adamapús ó cuerpos de derecho se trasmitían por tradición, reteniendo en la memoria la parte que á cada uno interesaba. Según esta tradición los chilenos no conocían más delitos que los graves, y para ellos tenían una sola sanción penal, la muerte; por lo mismo los delitos grayes eran muy reducidos, tales como el homicidio, el adulterio y la traición ,í la Patria. Su religión era monoteísta; pero como todos los pue– blos salvajes, creían en el espíritu del mal, el cual, aunque
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