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174 l\Il:SIONF.S DE LOS PP. CA PUCHIN0S una de los padres Franciscanos en Tucapel y otra en Im– perial de los PP. Capuchinos; mas era tan escaso el fruto re– cogido en ellas , que no merecía la pena de tenerse er, cuenta. Luego en traba, el respetable informéinte, en la in– vestigación ele las causas de tanta desolc,ción: la primera le pareció ser el mismo carácter indomable ele la raza araucana, rebelde á todo yugo y refractaria á cuantc significa invasión en sus tierras. No era nueva precisa– mente esta causa, á pesar de la cual el Evangelio había penetrado entre los bárbaros; pero, á juicio del seño1· Orrego, aquella raza exigía obreros apostólicos saga– ces, dotados de un tino y prudencia á toda prueba; al mismo tiempo, les era indispensable el conocimiento de la lengua indígena para poder comunicarse directamente con los naturales; y.... aunque era doloroso el decirlo . . . los hombres que se ocupaban en aquel difícil apostola– do, carecían de aquellas cualidades, á pesar de que les reconocía buena voluntad y celo por hacer el bien, sobre todo en las ciudades y pueblos cultos, donde su ausen– cia sería una desgracia. Puesto en este camino el señor Orrego, debía comple– tar su pensamiento, y así lo hizo, afirmando categórica• mente que los hefj'os de San Francisco (Observantes y Ca– puchinos) no servían para evangdizar infieles, porque 1w e;.,a este el espíritu de su Regla, ni el Santo Fundador los había destinado a taJt arduo ministet io; ( r) supuesto (1) Vergarfl Antúnez: Yicb del seüor Valdivieso, T. I, pág. :WG á 298. El presbitero seüor don Juan R. Ramírez, en la « Vida del Ilus– trísimo sefior Orrego » que acaba de publicar (Febrero de 191L

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