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LÁ SOCIEDAD },VANGl\LlU A 18ol-]8o\J lí.) ~I téner miedo ante los enemigos de la Iglesia, á los sace r– dotes y á todos los católicos de Chile ,, . ::'\o creemos inútil haber hecho resaltar en la fisonomía de los Vbles. Srs. Valdivieso y Salas, su entereza de ca– rácter y escrupulosidad en el cumplimiento de los sagra– dos deberes que su conciencia les dictaba en su elevado cargo : la-, relaciones que mediaron entre ellos y los ca– puchinos llevan el sello del temperamento decidido y protector de t,111 ilustres Prelados. III. La Sorie1lad Eva11gélic1t Intimamente re;acionado con el señor ValdiY~eso y con el se1íor Salas está el asunto de la «Sociedad Evangél i– ca » cuya fundación hemos oído relatar al 1\1. R,·d o. P. Angel de Lo nigo en el capítulo IV ele nuestra historia; asunto en el cual coincidieron por vez primera los lími– tes de la jurisdicción de los misioneros y de los Prelados O rdinarios y, desgraciadamente , se produjeron proL:n – dos desacuerdos, al mismo tiempo que el Vble. ;,\ietro- . pol itano y el se1íor Obi!-~Jo ele Co11cepc1ón fa,·on~cían las fundaciones ele la Orden en sus respectivas Diócesis, en la mrÍ.s perfecta armonía con el P . Prefecto Apostólico. Cuando en M2.rzo ele I 849 hizo és te su primer viaje á la capital de la República, con el objeto de interesar al Gobierno en favor de las nuevas misiones que p'=nsaba fundar en el centro ele la Araucanía, agitábase entre los buenos católicos santiaguinos la idea de favorecer aqu e • llas apartadas misiones por erogaciones de iniciativa pri– vada, fomentando sobre todo el establecimiento de es– cuelas para niños indígenas, en conformidad á la apre– miante necesidad de ellas manifestada por el F. Prefecto
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