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Fúie » y de « Pustu!alo » y tuvo por fin la dicha de mo– rir en plena campafia, en 187S, cua ndo el Gobierno dtl Presi den te Santa I\Iaría comenzaba á hos tiliza r abierta• mente la Igles ia de Chile. II. 1,;1 Ilustl'i~irno Se1iot· Salas El otro insign e Prelado que distinguió con marcada predilección él los capuchinos honrándolos grandemente con su amistad fué tl llt1110. y Rvclmo. Sr. Don José Hipólito Salas, nacido en el peque1ío pueblo del Oli\-ar el afio r Sr~, ele padres humildes, pero honrados y acree– do res 21 eterno ag radec imiento ele los chilenos por ha– ber dacio él la Iglesia uno de sus Obispos más esclare– cidos. En efecto, después ele 19 afios de vicia sacerdo tal sa– crificada, intachable, ejemplarísirna y con sagrada última– mente, á compartir el Gobierno ele la Arquidiócesis corno secretario de Curia del se1íor Valdivieso , en el afio r S 5--l– hubo de consentir en aceptar el episcopado de la Dióce– sis de Concepción, com·enciclo, por las autorizadas pala– bras de su ilustre Prelado y amigo del alma, de que tal era la voluntad de Dios. Una vez aceptada la ca rga, no pensó sino en llenar cumplidamente su elevada misión; y de tal man era lo consiguió que con haberse desarrollado su vida episcopal simultáneamente á la del célebre ..\rzobispo su amigo, supo atraerse hacia sí las miradas del mundo católico ; y amigos y enemigos viéronle brillar con luz propia. Hombre del temple del alma de los Crisóstomos y Atanasias continuó sus gloriosas lides por la libertad de

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