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164 J\IISIONES Dls LOS PP. CAl'OCFfINOS Como el señor Valdivieso se negara rotundamente á ceder un punto en los derechos de la Iglesia, fulminóse contra él inicua sentencia, dándole tres días ele tiempo pa– ra aquietarse al fallo, ó sinó salir al destierro y sufrir la confiscación de todos sus haberes. No vaciló el apostólico Prelado: renovó la sentencia en nuevo edicto contra los Prebendados recurrentes, y prepa– róse para salir de la República. Faltaban solamente unas pocas horas para cumplir el plazo y emprender el camino del destierro, cuando el Gobierno desatentado, que había provocado tan irraci onal conflicto, alarmado por el tumulto de la ciudad, por las protestas ele tocia la gente honrada, que, vestida ele luto, visitaba sin cesar á su heroico Pastor, y sobre todo por los murmullos de re– ,·olución que comenzaban á sentirse entre los adversarios políticos: que querían valerse del descontento general para derrocar la situación gubernamental, buscó presu– roso un arreglo entre los Prebendados y su Ordinario rogándoles que retiraran su rewrso dejitcr.:·a. A.unque no ele muy buen grado convinieron en ello los obstinados sacerdotes, acudieron al tribunal sentenciador para que desestimara su concurso 1 y con esto quedó con– jurada la tormenta: mas no levantó el Prelado su senten– cia antes de que los culpables se humillaran, reconocie– ran su yerro y dieran una satisfacción pública á la con– ciencia católica del pueblo. Bien se ,·é por este rasgo de entereza del señor Val– clivieso , en cuánto estimaba el honor de la Iglesia, pues no dudó en sacrificarlo tocio , antes que prevaricar un pun to en sus sagrados derechos . .-\sistió al Concilio Vaticano mereciendo la distinción de formar parte ele dos Congregaciones Conciliares. « De

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