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T.A SOCIEDAD EVA!\'GJ~;LICA 1854~1859 16.1 El primer paso de su ,·ida sacerdotal fué una empresa eminentemente apostólica, formando con algunos fervo- 1·osos sacerdotes una expedición de misionero;, por la Diócesis de Ancud, donde trabajó con ardiente celo du– ran te algunos meses evangelizando aquellos cristianos, casi del todo destituidos de sacerdotes y sacramentos: su inten to era quedars_e en aquella región; pero obligado á volver, rechazó enérgicamente el gobierno de aquella Diócesis, lo mismo que el de la . Serena, sucesivamente le fueron ofrecidas. Huía · la carga del episcopado, pero por fin en r 845 se: vió en la absoluta precisión de aceptar, llorando y pro– testando, la Silla Metropolitana de Santiago, vacante por la muerte del señor Vicu11a. :fo se ocultó el porvenir al espíritu penetrante de a quel hombre, que no sabía dejar incumplido sn deber, y comprendió desd e luego, que había de seguir un ca– mi no escabroso, venciendo las sistemáticas oposiciones q 1e se leYantarían contra su gobierno pastoral. Se co– nocía bien á sí mismo y conocía las tendencias de los gobernantes de su época, y aceptó sin vacilar su puesto d~ honor, por amor á la Iglesia que se le confiaba. Sus fecundas iniciativas sintiéronse desde luego en los asuntos de la vida interna de su Diócesis; organizó el Seminario, fundó el Boletín .hc!esidstú:o y la R cz. 1 tsta C.tó! im , órgano aquel del clero, y representante ésta, a nte la prensa, de los intereses católicos; y regulari zó con mano firme el servicio parroquial, practicando la ,.¡_ sita pastoral, á pesar de las indecibles fatigas que le im– ponía. Su acción externa, en relación con la cosa pública, se H. ;\fJSIONES 11

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