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}6@ MISIONES D .E LOS PP. CAPUCHINOS rece muy puesto en razón consagrar unas pocas líneas a dar sucinta noticia de su paso por la Iglesia chilena, queriendo con ello mostrarnos agradecidos, y al misrúo tiempo, que los jóvenes á quienes va enderezada esta historia, vean en dichos Prelados la estela luminosa que ha salvado, quizá para siempre, esta República del ciego sectarismo de los impíos y malos cristianos. El Iltmo. Sefior don Rafael Valentín Valdivieso y Za– fiartu nació en Santiago ele linajuda familia ele abole n– go colonial , el día 2 de Noviembre del año I 804, A pesar de las revueltas que llenaron los años de su juventud, al llegar á los 2 I afias era un abogado distin– guido, y pudo desempeñar con sumo acierto el delicad o cargo de defensor de menores; muy luego fué nombrado miembro de la Municipalidad de Santiago por el Gobier– no provisional; y poco después Diputado por la capital , en los albores de la vida parlamentaria de Chile en I 83 I. En el Congreso sostuvo rudos debates en pro de la justicia y de la Religión; hombre enérgico, republican o sincero, apareció el Sr. Valdivieso ante la perspecti,·a de su nación como una de las figuras más valientes de su tiempo y como una esperanza para el porvenir de la cosa pública; pero no eran los campos de la política dond e el joven Diputado debía coronarse de gloria. Dios lo queda para adalid de su Iglesia, y le hizo oír su voz so– berana en el retiro de unos santos ejercicios, al cabo de los cuales resolvió abrazar la vida sacerdotal. Esto sucedía en el año I 833; y al siguiente año e l Iltmo. Señor Vicufia Arzobispo de Santiago, pudo per– suadirlo, venciendo su profunda modestia, á que recibie– ra todas las Ordenes Sagradas.

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