BCCCAP000000000000000000000204

152 l\IISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS de aquellos primeros hermanos nuestros, que v1meron á satisfacer una honda necesidad espiritual de los fieles dispersos por los campos, imposibilitados de oír la pala– bra de Dios y recibir los Sacramentos fuera de los días de misión, por las enormes distancias que les separan de las iglesias parroquiales: dispersión y distancias, hasta el presente, irremediables , ya por la singular idiosincra– sia del pueblo rural chileno, refractario á las agrupacio– nes de villas y lugares en derredor de las Parroquias, como viven los europeos en general; ya también y prin– cipalmente por la despobl ación del suelo y por la des i– gual distribución de los predios rurales vinculados en pocas familias y acumulados en fabulosas proporciones e n escaso número de propietarios: todo lo cual da á las mi– siones en América su fisonomía característica, de que no s ocuparemos en su lugar, aumenta considerablemente las fatigas del apostolado, y proporciona íntimos consuelos al misionero, que ve caer su palabra y sus sudores en almas profundamente religiosas , como son las del pue– blo de los campos. No nos detendremos á detallar el intenso ministerio espiritual que surgió luego de establecidos los Padres y edificada la iglesia; baste decir que la población de la capital es el cen tro de la piedad y de las más consolado– ras iniciativas piadosas, que encontraron ardientes pro– pagadores en aquellos fervorosos hijos del Seráfico Pa– dre San Francisco dedicados completamente al confeso– nario y á la predicación en nuestra iglesia y en las prin– cipales de Santiago.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz