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FUNDACIÓN DE CONVEN'.ros 1851 - 1859 149 eros, y los enfermos achacosos, á medicinarse y descan– sar de sus fadgas apostólicas, según fué voluntad del Definitorio General, al autorizarlo. Aún podríamos añadir que fué providencial la tenaci– dad de establecerse entre chilenos, pues sentada la base de la vida común en Santiago, los Padres que formaron la comunidad pudieron dedicarse de lleno al ministerio espiritual, fomentando la piedad en la ciudad y misionan– do por los campos, como hasta ahora se hace con no poco aprovechamiento de las almas. Y11. Ministerio entre Chilenos Difícilmente podría formarse hoy idea exacta de la profunda necesidad de operarios evangélicos de que ado– lecía Chile en la época que vamos historiando. Gozando la República de una paz casi absoluta: ase– gurada su vida nacional y sus relaciones comerciales y amistosas con casi todas las naciones, prosperaba visi– blemente, desarrollando la vigorosa vitalidad de sus hij os y de su suelo, muy abonado además para la activi– dad de los extranjeros, que comenzaban á inmigrar, á favor de la libertad y de los tratados internacionales. La población crecía y las necesidades espirituales de los fieles aumentaban: de aquí que los Prelados chilenos se preocupasen de aportar al país Ordenes religiosas, que ayudaran al escaso, aunque celoso clero secular en sus sagradas tareas. Poco después de establecerse los Capuchinos en San– tiago, llegaron los padres Lazaristas (Congregación de la Misión} en 185 4 1 y se dedicaron por el pronto al mi– nisterio de los hospitales y la dirección espiritual de las

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