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148 J\IIS10NES DE LOS rr. CA.PCTCHINOS su reconocida competencia y celo apostólico ; tanto más cuanto que la oposición liberal y sectaria protestó siem– pre de los dispendios, á su juicio inútiles, que se hacían en aquella empresa ( r ); y no obstante el resultado no correspondió al esfuerzo, y aún hoy es difícil reclutar en el país verdaderas y sólidas vocaciones para tan árduo mi11isterio. (2) Por la ajena experiencia debiera pues haber descon– fiado más de su proyecto el animoso P. Lonigo y no hubiera sufrido tan cruel desencanto; del cual podemos hoy felicitarnos: primero, porque sobrevino á tiempo para no seguir más adelante en fundaciones de residen– cias que hubieran sido la ruina del espíritu religioso y santa austeridad; y segundo, porque, gracias á aquella lección no cayó en desprestigio el hábito capuchino, y el P. Prefecto pudo concentrar su genial actividad en el primario objeto de la misión de la Orden en aquellos días, es decir, en la evangelización de los araucanos, con un convento en la capital, donde pudieran recogerse anualmente los misioneros á practicar los santos ejercí- (1) Barros Arana «l ' n decenio de la Historia ele Chile » c. ,-, N.o 12, pág. 413 y siguientes. (~) Las cuatro órdenes religiosas del país: Padres Franciscano.", U. L, Dominicos, Agustinos y Mercedarios, so¡:;ortan hoy una la– mentable escasez de vocaciones, teniendo que hacer difícil selección entre jóvenes que educandes de nifios. Las Congregaciouesreligiosa.~ extranjeras, con ser su vida menos austera y estando en el apogeo de su espíritu, apenas rec,iben jóvenes del país; y, exceptuando los Padres Jesuitas y Redentoristas, son contadisimos los religiosos chilenos de Ordenes cuyos superiores Provinciales radiquen en E: I extranjero. Añadiremos aún, que los postulantes á la sotana de la Compañia ele Jesús, hacen su noviciado en Córdoba (Argentina) y pasan después largos años en España.

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