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138 l\IISION~R n~: LOS PP. CAPUCHINOS del santo hábito capudnno y del fervoroso Padre; pues observó en él un grande celo, y le augttró :q.ue los Cíitpu– chinos habían de tener el convento en su propiedad~ y ·su palabra y promesa se cumplieron tres años después, co– mo vamos relatando. Posteriormente los mismos Padres, favorecidos por otra donación de terrenos otorgada por Don Valentín Fernández Beltrán, redondearon la propiedad, para for– mar una hermosa huerta y quedarse del todo indepen– dientes de la vecindad. ( 1) Los sucesos justificarán plenamente el acierto con que eligieron el sitio indicado; pues tan luego como se comenzaron los trabajos de la iglesia y convento, co– menzó también á poblarse el terreno que lo separaba de lo urbani zado, hasta tal punto, que hoy el convento de Capuchinos es el centro de uno de los barrios más popu– sas de la ciudad; y la calle Catedral, donde quedó em– plazado, es la primera de la capital para el tráfico de tran– vías y coches , después de la Alameda de las Delicias. Los trabajos de edificación se iniciaron con inusitada solemnidad el día 8 de Mayo ele 1853. El Iltmo. Señor Arzobispo bendijo y colocó la primera piedra de la igle– sia y del convento, asistiendo al acto lo más distinguido ele la sociedad é innumerable concurso del pueblo, como puede leerse en la « Revista Católica , de aquel año, nú– mero 308 correspondiente al 14 de Mayo. La misma Re,·ista publicó el discurso que pronunció (1) Los títulos de ambas clonaciones pueden registrarse en nne~tro Archivo de Santiago. Leg. I, números 11 y 15, con expre– ~ión detallada de la demarcación antigua de límites.
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