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FUNDACIÓN DE CONVEN'ros 1851-1859 125 dre espiritual, según la Regla; y á fines de Febrero del afio 1852 emprendió viaje á la ciudad eterna. Regularizado ya en parte el movimiento de entusiasmo en favor de los Padres, se acentuaba el deseo de ver es– tablecido un convento clP la Orden Capuchina; todas las oraciones de los amigos se enderezaban á conseguir del cielo que allanára las dificultades que á ello se opusie– ran; y no fueron fallidas sus esperanzas, ni desoídas sus oraciones; pues llegado el P. Prefecto á Roma, supo pre– sentar las cosas ~n forma de poder llegar á un acuerdo y salir airoso con su intento. El Definitorio General, en efecto , accedió á él: pero con un tacto y prudencia y con restricciones tan atinadas, que no podemos dejar ele anotarlas y copiarlas en parte, ¡Jara que se Yea la invencible repugnancia que encontró siempre la idea, acariciada constantemente en los planes del P. Prefecto, de formar una jurisdicción independiente, como de pro,·incia regular chilena; repugnancia muy ló– gica y sabia, desde que la elocuencia de los hechos es - taba ensef1ando que la decadencia de las Ordenes regu– lares en América se había acentuado con su independen– cia de las respectivas provincias madres, que las nutrían con personal que garantizaba la continuidad del primitivo espíritu. He aquí la resolución tomada por el Definitorio Ge– neral. «En cuanto á establecer una casa regular en la ciudad d e Santiago de Chile, en la cual puedan admitirse á la O rden y al Noviciado i los postulantes , establecerse la observancia regular , según la Regla y nuestras Constituciones, estatutos y disciplina, y teniendo como base la libre y entera comunicación con los superiores

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