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EN L\ AIUUC'. A.NÜ ISJS-1859 lli mismo Vicente Paiglialef, hijo del cacique, que en su via– je había siclo colmado de atenciones y regalos, se volvió contra él y fué su más encarnizado enemigo. Su padre el cacique había prohibido estrictamente vender al Misionero á ningún precio, ni aún lo más ne– cesario para la vida; as í es que el P. Constancio con su compañero el P. Constan tino ele V oiré se vieron reduci– dos á la última miseria , á pesar ele la cual, tuvieron valor para estar allá tres meses enteros con la confianza ele que las cosas volverían á su primer estado; y probable– mente no habrían abandonado la Misión, si no es por las amenazas ele un cruel cacique llamado Pencilef, verda– dera fiera humana , que se había conjurado cqn los otros caciques para matar á los Padres. Se retiraron , pues , sacudiendo el polvo de sus sanda– lias, según manda el Evangelio, dejando todas sus pren– das en manos del traidor Vicente Paiglialef, que no tardó en recibir su castigo muriendo al poco tiempo con– sumido por pestífera enfermedad. Posteriormente en 188 5 los mismos indígenas de Pe– truschen pidieron una Misión pero ... por justos juicios ele Dios, no fué posible atenderles. No desalentó aquel suceso á los m1s10neros, antes los enardeció más á compensar las esperanzas perdidas en Petruschen; y en el año I 83 2 vemos á los Padres Adeodato de Bolonia y Constancia de Trisobio empren– der una excursión á un lugar llamado l/1ágnedehue, á cincuenta leguas de Petruschen, junto al lago Taz"lafchen, en cuyas riberas se encuentran todavía ruinas de ciuda– des destruidas por los Araucanos en su .primer.alzamien– to general. En Magnedehue fueron recibidos con mucha benevo-
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