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EN LA .ATUUO.ANÍA 1848 -Hí59 103 > Creyendo que había llegado el momento ele fundar la Misión, pues veía á todos amigos, resolví llamar al P. Constancia ele Pouzón á quien había dejado en San José y llegó después de la mitad del mes de Diciembre trayendo todo lo neceSctrio para celebrar la Santa Misa , y acompañado del P. Adeodato ele Bolonia. »Cuando después hice Yol ver á éste á su Misi ón ele San José, el bueú P. Constancia se quedó triste y llo– roso. » Los indios al verlo , creyendo que lloraba por el temor que le causaba permanecer en medio de ellos, gentes desconocidas, procuraron consolarlo diciéndole que no temi ese porque ellos le estimarían como si fuese su her– mano. »No pudiendo persuadirme que el General en jefe me hu biese mo\·ido aquella persecución, sino que debía se r por alguna calumnia que le hubiesen contado, le escribí exponiéndole el motivo de mi presencia en la Araucanía y la razón de no habe r obedecido á sus órdenes. > l\1as d montó en cólera y me respondió con una car ta lle na ele injurias, ordenándome que fuese inmediatamente. Los ind ígenas al oír una pretensión tan injusta se llena– ro11 de indignación: yo les persuadí que el Gobierno no podía haberle dado tal orden, y me aconsejaron que de– bía ir á Santiago para manifesta r al Gobierno lo que había acontecido; y me prome tieron que, si cons eguía hacer retirar de al lí las tropas , ellos consentirían en que se fundase la Misión. »Acepté lueg o aquel co11sejo, y para aseg urarl es que mi viaje tendría feliz resultado, propuse dejar con P.llos como en rehenes a.l P. Constanci a con mi intérprete y un muchacho educado por dicho Padre .

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