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102 nIISIONES DE LOS PP. CAPUCHlNOS ordenaba salir inmediatamente de la Araucanía, bajo la pena de ser arrestado al momento y llevado al Ejército . » Los indios, que no me perdían jamás ele vista, á la llegada de los dos enviados, se alarmaron con más ra– zón y se amontonaban al derredor ele mi intérprete, para. saber el motivo por el cual habían venido aquellos dos mensaJeros. » Entre tanto, pensando yo que, si obedecía la orden del General, demostraba á los indígenas que les había engaií.ado con mis protestas antes hechas, y que, si me dejaba conducir aprisionado y amarrado, formaban una mala opinión ele mí y ele todos los Misioneros, resokí fir – memen te resistir; r(;!prendiendo, pues, con energía á aque– llos dos hombres, por el aire de triunfo con que habían ve– nido á prenderme, les elije: • Fuera de acá; marchad y decid á vues tro General que yo no tengo que ver nada con él. He venido á es ta tierra hacer el bien á los araucanos y por eso me saca– rán de aquí muerto, pero no vivo ,, . , Apenas mi intérprete comunicó estas mis palabras á los indígenas al zaron un grito general diciendo rúmá' cúmú', que quiere decir bien! bien !. .. y muchos repe– tían mis palabras en lengua española (muerto sí, más vivo nó). » Los dos em·iados sin responderme palabra partieron humillados y confundidos . ,, Los bárbaros desde aquel momento se declararon to– dos á mi favor y me abrieron sus cabañas y chozas , ro– gándome que las honrase con mi presencia; y yo apro– vechándome ele sus invitaciones, me alojaba ya en una choza ya en otra, recibía en todas grandes demostraciones de afecto y acciones ele gracias.

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