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EN LA ARAUCANÜ 1848-1859 89 una muJer, esto es reputado por mezquindad ó por po– breza y miseria, como si no se tuvieran medios ó no qui– sieran emplearlos en sostener muchas mujeres y robus– tecer así las tribus. Por esta razón los caciques y gente principal dan el ejemplo, teniendo cuantas pueden alimentar con sus ha– beres. Oigamos ahora al primer Prefecto Capuchino descri– bir con su genial desenfado la ceremonia de las bodas araucanas. (r ) •El hombre que .quiere poseer una nueva mujer , se junta en día señalado con unos cuantos amigos, y llega– da la noche asaltan la casa de b. querida y . . . se la ro– ban á viva fuerza, de lo cual está ella más ó menos sa– bedora. « En estos singulares asaltos, solamente las mujeres de la casa pueden tomar la defensa de la joven, así que el raptor consigue fácilmente su intento sin derra 1 namie11to de sangre: se la lleva á su ruca y al cabo de algunos días vuelve muy tranquilo á casa de los parientes de su nueva mt;jer; y si es rico regala un caballo al padre de ella, lo mismo que á los demás hombres de la casa, y á su madre una vaca, con lo cual da por cohonestado su rapto y legitimado su matrimonio,. Este bárbaro derecho, como se ve, debe infundir en la mujer araucana un concepto bastante depresivo de su persona; así es que por lo común la india tiene pocas pretensiones y se resigna fácilmente á la vida obscura y pesada que le impone su conJición ele madre y de espo– sa de un -hombre, que le deja el trabajo todo de casa y (1) l\Iernorie inedite. Introduzione. Pág. 15.

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